Con el insuficiente respaldo de las autoridades de los tres niveles, las mujeres en condiciones de pobreza y más aún si son jefas de familia, enfrentan obstáculos en su búsqueda de una vida digna y de bienestar para sus hijos.
En la actualidad, los gobiernos no dan respuesta para abordar estas dificultades, puesto que los subsidios no están focalizados, (si de la Federación hablamos).
Esto pese a que en muchos países, los programas de apoyo económico y alimentario se han convertido en una herramienta vital para abordar estas dificultades, debido a que no solo proporcionan recursos esenciales, sino que también representan un paso hacia la equidad de género y la lucha contra la desigualdad.
Las mujeres en situación de pobreza y las madres jefas de familia se enfrentan a obstáculos complejos. Muchas de ellas luchan para satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, desde la alimentación hasta la educación y la atención médica. Además, a menudo experimentan una falta de oportunidades económicas y se ven atrapadas en un ciclo de desventaja económica.
En México existen 65.5 millones de mujeres de las cuales 50 millones están en pobreza o riesgo de ella y sólo 15.5 millones están libres de experimentar alguna dificultad económica o social.
Una mayoría importante de las mujeres mexicanas no puede pagar la canasta alimentaria, la canasta básica de servicios, no tiene acceso a salud o educación o simplemente tiene un ingreso mensual tan bajo que cualquier crisis o eventualidad la empujaría a la pobreza.
Los indicadores de pobreza son alarmantes, en México la pobreza se mide manera multidimensional; esto implica que no sólo se considera el dinero que tienen las personas u hogares, sino también el acceso que tienen a distintos derechos sociales como la salud, la vivienda, la educación, los servicios del hogar, la seguridad social y la alimentación.
Si se abordaran correctamente, los programas de apoyo económico y alimentario dirigidos a mujeres en condiciones de pobreza y madres jefas de familia ofrecen una serie de beneficios significativos tanto para las beneficiarias como para la sociedad en general.
Aquí algunos de los beneficios clave:
Reducción de la Pobreza: Estos programas proporcionan un alivio financiero a las mujeres en situación de pobreza y a las madres solteras, lo que les ayuda a cubrir sus necesidades básicas como alimentos, vivienda y atención médica. Esto, a su vez, reduce la pobreza y la vulnerabilidad económica de estas familias.
Empoderamiento Económico: Los programas de apoyo económico brindan a las mujeres y madres jefas de familia una sensación de autonomía financiera y la capacidad de tomar decisiones económicas para sus familias.
Estabilidad Social: Al reducir la pobreza y la inseguridad económica en estas familias, los programas de apoyo económico contribuyen a la estabilidad social y reducen el riesgo de conflictos y tensiones relacionadas con la falta de recursos básicos.
Por tal motivo, solicité reformar la Ley de Desarrollo Social y Humano para el Estado de Chihuahua, a fin de que se adicione una fracción XIII en el Artículo 24, con la finalidad de promover los programas de apoyo económico y alimentario a mujeres, en condiciones de pobreza y madres jefas de familia.
Los programas no solo abordan la pobreza, sino que también contribuyen a la equidad de género.
Empoderar a las mujeres económicamente tiene un efecto multiplicador, ya que las madres tienen un papel clave en la crianza y educación de sus hijos. Al brindarles recursos y oportunidades, se promueve un ambiente familiar más saludable y se rompen los ciclos de pobreza.
Además representan una inversión en el futuro. No solo alivian la carga inmediata de estas mujeres valientes, sino que también desempeñan un papel vital en la lucha contra la desigualdad de género y la creación de sociedades más equitativas. Al darles a estas mujeres y a sus hijos la oportunidad de prosperar, estamos construyendo un mundo más justo y prometedor para todos.